Nutrir la salud desde dentro: cómo el microbioma intestinal moldea mi enfoque del bienestar

Gut Health
Nourishing Health from Within: How the Gut Microbiome Shapes My Approach to Wellness

La salud es un equilibrio: una interacción sutil entre nuestro cuerpo, el entorno, el estilo de vida y nuestras decisiones. Pero hay una parte de nuestra biología que más me fascina en esta danza compleja: el microbioma intestinal. Este ecosistema diverso de bacterias, hongos y otros microbios que habitan nuestro tracto gastrointestinal se ha convertido en el trabajo de mi vida y en uno de los campos más atractivos de la ciencia de la salud hoy. Mi trayectoria académica y de investigación me ha llevado a explorar durante años el impacto del microbioma intestinal en la salud. Como Profesora asociada en la División de Gastroenterología de Cedars-Sinai Medical Center y Directora del Cedars-Sinai Microbiome Research Institute, he tenido el privilegio de liderar investigaciones que profundizan en cómo nuestro mundo microbiano nos moldea. También soy Profesora asociada en residencia en la David Geffen School of Medicine at UCLA.

Mi formación académica incluye una licenciatura en Biología por la University of Illinois at Urbana-Champaign, seguida de una maestría en Ciencias de la Nutrición y un doctorado en Metabolismo Molecular y Nutrición por The University of Chicago. Perfeccioné mi experiencia durante una estancia posdoctoral en Joslin Diabetes Center/Harvard Medical School. A lo largo de mi carrera, mi pasión ha sido hacer que la investigación compleja del microbioma intestinal sea comprensible y aplicable, enfatizando la conexión entre dieta y salud y cómo podemos usar este conocimiento para mejorar el bienestar.

El microbioma intestinal: un ecosistema complejo clave para la salud

Aún me asombra lo interconectados que están nuestros sistemas corporales, y esto se ve con especial claridad en el microbioma intestinal. El intestino humano contiene billones de células microbianas —principalmente bacterias— junto con arqueas, virus y hongos. Juntas forman una comunidad tan dinámica y poderosa que a menudo se considera un órgano en sí mismo. El microbioma intestinal no solo ayuda a digerir los alimentos, sino que también sintetiza nutrientes esenciales, regula la función inmunitaria y se comunica con el cerebro a través de lo que llamamos el eje intestino-cerebro.

Al inicio de mi carrera me cautivó la simbiosis entre la dieta y la microbiota intestinal, en particular cómo los componentes alimentarios pueden desplazar poblaciones microbianas e influir en la inflamación y la respuesta inmune. Mi laboratorio ha estudiado cómo las grasas de la dieta, en especial las saturadas y trans, pueden estimular el crecimiento de ciertas bacterias proinflamatorias que podrían predisponer a enfermedades como la enfermedad inflamatoria intestinal (EII). A través de estos estudios comprendimos que no se trata solo de lo que comemos, sino de cómo interactúa con nuestro microbioma. Esta idea tiene un impacto profundo tanto en el enfoque clínico como en la vida diaria. Para mí, se traduce en elegir de forma activa alimentos que favorezcan un microbioma equilibrado y resiliente, una filosofía que promuevo profesionalmente y practico personalmente.

El papel de la alimentación: grasas, fibras y fermentación

En nuestro laboratorio, uno de los ámbitos que más me apasiona es la relación entre las grasas de la dieta y la salud intestinal. Hemos observado cómo las dietas ricas en ciertos tipos de grasa pueden cambiar el paisaje microbiano intestinal, promoviendo la salud o la enfermedad. Por ejemplo, nuestra investigación muestra que ciertas grasas saturadas y trans pueden aumentar la presencia de bacterias tolerantes a la bilis como Bilophila wadsworthia, asociadas con mayor permeabilidad intestinal e inflamación. En cambio, las grasas de origen vegetal, de fuentes como el aguacate y los frutos secos, tienden a fomentar una microbiota más equilibrada, con efectos protectores frente a la inflamación.

La fibra es otro componente fundamental para la salud intestinal: actúa como prebiótico que alimenta selectivamente bacterias beneficiosas como Bifidobacterium y Akkermansia muciniphila. Cuando estas fibras son fermentadas por las bacterias intestinales, producen ácidos grasos de cadena corta (AGCC), como butirato, acetato y propionato, que ayudan a regular la función inmunitaria y protegen frente a la inflamación. En mi propia alimentación, doy prioridad a los alimentos vegetales ricos en fibra porque, en esencia, son “combustible” para mi microbioma: promueven una población bacteriana diversa y robusta que respalda la salud general.

Los alimentos fermentados, que aportan microbios vivos que aumentan directamente la diversidad microbiana del intestino, son otro de mis preferidos. Alimentos como el kéfir, el chucrut y el miso introducen bacterias beneficiosas y, combinados con fibras prebióticas, crean un ecosistema intestinal próspero y resiliente. Si bien no todos los microbiomas reaccionan igual a los mismos alimentos, una dieta rica en estos componentes puede ayudar a la mayoría a fomentar un microbioma más resistente.

Nutrición personalizada: no hay una solución única para todos

El concepto de nutrición personalizada ha pasado de ser una idea prometedora a un enfoque práctico en la nutrición clínica, y el microbioma está en su núcleo. El microbioma intestinal de cada persona es tan único como una huella dactilar, influido por la genética, el estilo de vida, la dieta e incluso las exposiciones tempranas en la vida. Esta variabilidad individual es clave: lo que beneficia a una persona puede no tener efecto —o incluso ser perjudicial— en otra. Conscientes de ello, en nuestro laboratorio investigamos cómo firmas microbianas específicas pueden predecir la respuesta a distintas intervenciones dietéticas.

Por ejemplo, las personas con niveles basales más altos de Prevotella suelen responder bien a dietas ricas en fibra, mostrando mejoras en la glucosa en sangre y en los perfiles lipídicos. Otras, con niveles más altos de Bacteroides, podrían responder mejor a dietas más bajas en carbohidratos simples. Estos hallazgos son fascinantes porque nos permiten pensar en la comida no solo como calorías o nutrientes, sino como herramientas que interactúan con el paisaje microbiano único de cada individuo. Este conocimiento ha transformado mi manera de entender la alimentación y me impulsa a seguir investigando cómo personalizar la dieta para lograr el máximo beneficio para la salud.

El eje intestino-cerebro: comprendiendo la conexión mente-microbioma

Una de las áreas más convincentes de la investigación del microbioma hoy es el eje intestino-cerebro: un sistema de comunicación bidireccional en el que intestino y cerebro intercambian señales. Este eje desempeña un papel importante en la regulación del estado de ánimo, la respuesta al estrés y la función cognitiva. Ciertas bacterias intestinales producen neurotransmisores como la serotonina y el ácido gamma-aminobutírico (GABA), que influyen directamente en el estado de ánimo y el bienestar mental. La disbiosis, es decir, un desequilibrio de la microbiota intestinal, se ha vinculado con trastornos de salud mental como la depresión y la ansiedad, lo que pone de relieve la influencia del intestino en la salud cerebral.

En mi propio camino de bienestar, he tomado conciencia de cómo mi microbioma puede influir en mi estado mental, especialmente en periodos de estrés. Incluir alimentos ricos en ácidos grasos omega-3, alimentos fermentados y verduras de hoja verde se ha convertido en mi forma de apoyar mi microbioma y, por extensión, mi bienestar mental. Saber que estas elecciones pueden potenciar la resiliencia mental refuerza mi compromiso con este enfoque, y comparto estas ideas con quienes puedan beneficiarse de ellas.

De la investigación a la acción con IM8

Colaborar con IM8 me ha permitido sacar la investigación científica del laboratorio y llevarla a la vida cotidiana de las personas. Como parte del Consejo Asesor Científico, trabajo con el equipo para desarrollar productos basados en investigación sólida y diseñados para apoyar el microbioma y la salud general. Nuestras formulaciones, como IM8 Daily Ultimate Essentials, integran elementos que favorecen la salud intestinal mediante una combinación de prebióticos, probióticos e ingredientes ricos en nutrientes.

Una cosa es comprender la ciencia del microbioma en el ámbito académico; otra muy distinta es diseñar productos capaces de marcar una diferencia real en las personas. Nuestro objetivo con IM8 es ofrecer opciones accesibles, con respaldo científico, que promuevan la diversidad y la resiliencia microbiana. Me enorgullece cómo hemos integrado probióticos y prebióticos de forma sencilla y eficaz, ayudando a las personas a cuidar su salud intestinal con ingredientes de calidad.

Trabajar con IM8 ha sido una extensión gratificante de mi misión: hacer que la ciencia del microbioma sea relevante y práctica para todos. El mundo de la investigación del microbioma evoluciona con rapidez, y reconforta saber que IM8 está comprometida con mantenerse a la vanguardia de esta ciencia, acercando a nuestros clientes productos que realmente respaldan su camino de bienestar.

El futuro de la ciencia del microbioma y del bienestar

De cara al futuro, me entusiasma el potencial de la ciencia del microbioma para transformar la atención sanitaria. Confío en que, a medida que profundicemos en su comprensión, podremos personalizar la nutrición y el tratamiento en función del perfil de microbioma de cada persona. Imagina un futuro en el que tu médico pudiera prescribir un plan de alimentación específico o una formulación probiótica basada en la firma microbiana única de tu intestino. Este enfoque personalizado haría que la atención sanitaria fuera más proactiva y preventiva, reduciendo la necesidad de tratamientos reactivos.

En nuestro laboratorio estudiamos los vínculos entre la microbiota y enfermedades complejas como la enfermedad de Crohn y la obesidad, y cómo las intervenciones dietéticas podrían modificar la progresión de la enfermedad. Por ejemplo, descubrimos que, en la enfermedad de Crohn, ciertas bacterias pueden desplazarse a la grasa mesentérica y contribuir a la inflamación. Estos hallazgos abren la puerta a nuevas estrategias terapéuticas y subrayan lo estrechamente vinculados que están la dieta, la microbiota y la inflamación.

El camino hacia la comprensión del microbioma continúa, y también mi compromiso con el bienestar —tanto para mí como para la comunidad en general—. Cada día sigo ajustando mi alimentación y mis hábitos a la luz de la ciencia en evolución, e invito a otros a ver el bienestar como un camino, no un destino. El microbioma es complejo, pero al nutrirlo abrimos la puerta a una mayor resiliencia, salud y longevidad.


Prof.  Suzanne Devkota es miembro del Consejo Asesor Científico de IM8 y Profesora asociada y Directora de Investigación en Microbioma en Cedars-Sinai Medical Center. Su investigación indaga en las interacciones entre la dieta, la microbiota intestinal y las enfermedades inflamatorias y metabólicas. Le apasiona convertir la ciencia del microbioma en estrategias de bienestar aplicables.

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